Te busco
con la torpeza
del que ya solo sabe perder
Con la inocencia del amor total
Que tenemos hacia Gabriel.
Invento motivos para llamarte
-para ser visto-
un argumento
una idea
un recuerdo
tibio, solemne, insignificante
que restaure mi voz.
Pero la casualidad tiene tu olor
armo el pretexto más tonto para volver
A amarte
Sobar tu piel al menos.
No fue el azar ni el tiempo,
fue la causa del latido,
la ternura que no miente,
la entrega que ha nacido.
con la torpeza
del que ya solo sabe perder
Con la inocencia del amor total
Que tenemos hacia Gabriel.
Invento motivos para llamarte
-para ser visto-
un argumento
una idea
un recuerdo
tibio, solemne, insignificante
que restaure mi voz.
Pero la casualidad tiene tu olor
armo el pretexto más tonto para volver
A amarte
Sobar tu piel al menos.
No fue el azar ni el tiempo,
fue la causa del latido,
la ternura que no miente,
la entrega que ha nacido.
Inventé mil argumentos
para quedarme en tu risa,
un motivo que justifique
mi constante desasosiego.
Si el mundo pide razones,
diré sin titubear,
que fueron tus ojos mi excusa
para intentar amarte todos los días.
Porque amar no necesita lógica,
ni permiso ni promesa,
basta el más leve pretexto
para quedarse en tu certeza.
Y así, sin más argumento,
mi corazón se confiesa:
fuiste tú, sin justificación,
mi causa y mi respuesta.
Solo ese impulso secreto
que lleva tu nombre sin decirlo.
Fue mi excusa el abrazo,
mi argumento, tu risa.
mi argumento, tu risa.
Y aunque el mundo giraba,
mi centro
Siempre
fuiste tú.
