jueves, 14 de junio de 2012

CJ

No le tengas miedo al abismo, es el vacío después de reír... la, la, la, la, la, la... la, la... la, la...

Yo iba con la ventana del coche, abierta, bien abierta, respirando el manglar después de 12 buenas horas de trabajo. Pensaba que esta semana había sido buenísima.

Qué digo, mi vida entera ha sido buenísima... pero como desde que empezó este año literalmente no hago nada más que trabajar, pues uno por ser un poco imbécil se queja y se queja... (creo que es el dolor de espalda, el que me desespera)

En fin. Pensaba. Y recordaba que mi vida era tan buena que el martes pasé a comprar un cajón de vinos, incluído un Brut Paris (un champagnsito Duval-Leroy, nada más) y que O pasó por un pedazo de mi manchego favorito y un pollo a la crema y nos dimos un festín tremendo...

Pero es jueves, y eso fue el martes... y ya a medio gas, me pongo a escuchar a Los Fabulosos y me pongo un poco cara dura y melancólico...

Tengo un lugar lejos de todo,
lejos, nunca nadie estuvo ahí
lo guardo aquí, dentro de mi,
no hay tiempo, ni prisa, ni fin...

Y lo que más me pone mal son mis abuelos, que los extraño tanto y que por pendejo no los llamo los suficiente. Me pone mal mi país. Y es que es año de elección, y México se juega tanto cada 6 años... se juega al menos una generación y nadie parece darse cuenta en un país donde hay tanto allá arriba... tan arriba, que no ven que son tan pocos en comparación de las decenas de millones allá abajo...

Vivir allí con vos,
crecer juntos los dos,
olvidarnos todo,
morir de amor...
Saber si hay,
vida normal,
afuera de mi soledad...

¿Y qué tiene que ver eso con mis abuelos? No lo sé. Todo, más bien.
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Los dejo con CJ, de los únicos y formidables... Fabulosos Cadillacs.