miércoles, 25 de mayo de 2011

Primeros dos

Lo que es la tecnología.

Vamos, que estaba hablando con O (no habíamos hablado en todo el día) y cuando su voz entró en un eco conocido, supe que me hablaba desde el baño, en speaker. Ella seguía hablando y yo ya sabía lo que ella hacía. Cuando comenzaba a confesarse yo le dije que no hacía falta, que sabía que mientras yo le contaba mi día ella se estaba quitando el maquillaje y se ponía sus cremas. Ella se enterneció al darse cuenta cuánto la conozco. Cuánto nos conocemos.

Vamos a ver. Si en este espacio prometí -torpemente, en total arrebato- que comenzaría a transcribir poemas míos, pues hoy comienzo.

Aquí tienen los primeros dos. Por la fecha, son de hace diez años, más o menos.

Tengo que decir que O no estaba en el horizonte. Bueno. Uno la soñaba, pero estos versos le perteniecieron a otros fantasmas. Unas los supieron apreciar, otras sinceramente no (igual llevaban razón. No las culpo).

1. (FEBRERO, 2001)

Haz venido nuevamente,
con aladas palabras.
Que suman fragmentos de futuro.
Son las cosas
que habrán de ocurrir.
Vienes de golpe
y me dices:
esto no puede ocurrir.

2. (MAYO, 2001)

Diáfana,
somnolienta... intangible.
Trémula es tu imagen,
incauta has permanecido años...
inviernos.

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Para que se refresquen de la pobre poesía y traten de perdonar los intentos de juventud, aquí les dejo a Silvio. Me va al vida en ello...

lunes, 23 de mayo de 2011

Te quiero a las diez

Yo no sabía lo que era la poesía cuando descubrí a Don Jaime. Me dio por tomar un libro de mi mamá, una edición hermosa, que le regalaron unas amigas, a mi madre, cuando nos fuimos de Mérida, y que todavía estará allá, intacta, en el Cerro de Tepepan.

En uno de los días en que descubrí la verguenza, la sana verguenza, una vez les transcribí a mis padres varios poemas de Sabines, y se los leí. Mi madre lloró. Mi padre se enterneció. Yo no sabía lo que hacía, todavía no lo sé. (No lo sé de cierto, que juegos me juega el destino).

Son las diez de la noche. O está en Miami, yo aquí en San Juan. Me sobra la noche. Y en las noches caribeñas, de abanicos, de mosquitos, de sonidos silvestres en pleno asfalto. Sabines vino a mi encuentro.

Don Jaime está en mi universo de poetas, entre los más grandes, junto con Mario Benedetti, los poetas más honestos, con los ojos más tiernos que yo jamás haya visto. No sabré mucho de métrica, pero de ojos sí. Son los poetas con los que me enamoré de la poesía, quizá por su simpleza, que es lo más difícil para un poeta.

Aquí transcribo a Sabines. Igual que hace muchos años para mis padres, pero ahora también para O, para el Chapul que estará leyendo, para todos... Don Jaime tiene, y merece la inmortalidad. Por sus versos exactos, por el mito de bondad de su ser, por su sinceridad, por su noble espíritu.

Te quiero a las diez de la mañana,
y a las once, y a las doce del día.
Te quiero con toda mi alma y con todo mi cuerpo,
a veces, en las tardes de lluvia.
Pero a las dos de la tarde, o a las tres,
cuando me pongo a pensar en nosotros dos,
y tú piensas en la comida o en el trabajo diario,
o en las diversiones que no tienes,
me pongo a odiarte sordamente,
con la mitad del odio que guardo para mí.

Luego vuelvo a quererte,
cuando nos acostamos y siento que estás hecha para mí,
que de algún modo me lo dicen tu rodilla y tu vientre,
que mis manos me convencen de ello,
y que no hay otro lugar en donde yo me venga,
a donde yo vaya, mejor que tu cuerpo.
Tú vienes toda entera a mi encuentro,
y los dos desaparecemos un instante,
nos metemos en la boca de Dios,
hasta que yo te digo que tengo hambre o sueño.

Todos los días te quiero y te odio irremediablemente.
Y hay días también, hay horas, en que no te conozco,
en que me eres ajena como la mujer de otro.
Me preocupan los hombres, me preocupo yo,
me distraen mis penas.
Es probable que no piense en ti durante mucho tiempo.
Ya ves.
¿Quién podría quererte menos que yo, amor mío?

Me darán las diez, las once, las doce... no del día, de la noche, que son horas más peligrosas, más dolorosas.

Próximamente, me armaré de valor y transcribiré poemas míos. Llevo días tratando de evitarlo, pero no más. Los dejaré aquí para ustedes.

El Discipulado

O viaja demasiado. Tanto, que ya me he tenido que enfrentar al desgarrador hecho de que me tengo que enseñar a hacerme mi propio café. El café de O es la panacea universal. Es el núcleo de todas nuestras mañanas. Yo bato la leche, ponga el azúcar morena, ella cuela el café como caribeña que es.

Me gusta llevarla al aeropuerto. Es una bendición vivir en un clima en que la madrugada es tan fresca, guardando el calorcito suficiente como para usar siempre pantalones cortos. Uno no suda en la madrugada, y eso es un milagro. Le di un beso, le bajé su maleta, y le dije lo orgulloso que estoy por la excelente profesional que es.

De regreso a casa un buen Jazz, con las ventanas de coche abajo, mirando la ciudad que duerme todavía.

Ya la hora de ir saliendo al trabajo, debo enfrentar mis fantasmas, y plantarme en la estufa con greca en mano. El café resultó de lo más bueno.

Nunca me ha tomado más de 10 minutos hacer algunos de los escritos de este espacio... esta bitácora de viaje. Yo voy juntando, recopilando sensaciones, sentimientos, y me nace desde el estómago, y luego sube a la garganta y se queda atrás de la cabeza... ahí ya no hay vuelta atrás, tengo que escribir o exploto, como dijera Mailer, 'escribir, bien mata'.

Son 10 minutos en que no hay nada. No existe nada. Ni yo, ni la computadora. Es algo entre mi corazón y mis dedos.

Hablando de la nada. Murió Sabato. Yo me enteré por Edgar, que me envió la noticia desde Stanford. Edgar, Iván y yo, leímos juntos toda la saga de Sabato. Tengo en mi pequeña biblioteca (un viajero no puede tener una biblioteca amplia, solo recuerdos) un librito titulado 'Cuentos que me apasionaron'.

Entre Marguerite Yourcenar y Dostoievski, Sabato coloca a Hugo Mujica y su El Discipulado. Poeta, escritor argentino que terminó siendo monje budista.

Me identifiqué un poco con el linyera, pero también con el muchacho imberbe. Aquí un fragmento, que narra un poco una sensación que desde que tengo conciencia me delata:

"Empezó cuando madrugaba, cuando todavía me acostaba. Siempre me gustó madrugar, madrugar para ver cómo el día empieza, verlo cómo se abre, verlo crecer como una planta de luz que se abre desde la raíz, desde la noche. Escuchaba el despertador, aunque casi siempre me despertaba cinco minutos antes, miraba el reloj y corría a apagarlo antes de que sonara, de que me taladrara la cabeza. Después volvía a acostarme, cinco minutos, nada mas, por disciplina, cinco minutos nada mas. Desde la cama miraba el techo y sentía que no había ninguna razón para levantarme, que nada de lo que me esperaba podría llegar a entusiasmarme. No era que no me gustase, simplemente que no me importaba, que lo mío era eso, no hacer nada. Lo mío era mirar hacia el techo, mirar hacia arriba, mirar nada… Siempre necesitaba un pensamiento, una idea, algo que me diera fuerzas para levantarme, no por vago, vago nunca fui, siempre fui disciplinado… Algo que me diera fuerzas para levantarme y hacer lo que los otros hacían, lo que los otros habían inventado que yo tenia que hacer si quería vivir como ellos vivían, como a mi no me importaba vivir”.

Adiós Ernesto.

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Hoy la madrugada me regaló al imponente Thelonious. Además de invitarlos a disfrutar de la música, miren el video... y fíjense en el pie derecho de Thelonious Monk. Qué ganas de ser ese pie. Disfruten de 'Round About Midnight'

jueves, 19 de mayo de 2011

Mi propio 15-M

Escribo en canzoncillos. Hará unos 39 centígrados y son casi las diez de la noche. Me siento un poco Juan Carlos Onetti, obvio me falta el genio, la botella de whisky y dos paquetes de cigarrillos.

Ayer tuve el día más difícil en mi joven vida profesional. Sobre eso no tengo mucho que decir, me sobran y me faltan palabras. La cosa se pone mejor porque llevo días enfermo, la garganta me arde. Y tengo por delante mucho trabajo, sin descanso.

O me levantó hoy e hizo su magia. Yo había llegado tardísimo de trabajar. Ella me despertó, en lo que me daba un duchazo ella me hizo un baño de vapor con olios, un boost de Vitamina C, café extra cargado, un par de besos y tan fresco a la calle. La figura de O se agiganta. Supongo que esa maniobra de primeros auxilios tendrá que realizarla sin tregua hasta el lunes o martes.

En España está el Movimiento del 15-M. Miles de jóvenes, inmigrantes, padres y madres de familia, abuelos... hartos del desempleo, de los malos Gobiernos, de la falta de oportunidades, se manifiestan en la Puerta del Sol. Recuerdo lo que leí ayer en EL PAIS, un joven -que lleva desempleado 18 meses- declaraba: "se suponía que mi generación era la generación que había crecido en la abundancia, y que nuestro futuro iba a ser el más prometedor de todos, mis abuelos y mis padres vivieron guerras, hambre... ahora nos toca a nosotros ver qué clase de futuro nos toca".

Se veía venir. Y ya en Berlín, Roma y París nacen movimientos similares.

Se dice que el Movimiento del 15-M fue inspirado por la Primavera Árabe, por las revueltas en Túnez y Egipto, Libia y Siria. Y se llama Movimiento 15-M por el fatídico ataque terrorista de hace unos años en Atocha. La desgracia siempre siembra futuro.

Yo veo a Buenos Aires, a la Ciudad de México protestando igual.

Yo vivo mi propio 15-M. La generación que me rodea en esta Isla vive un presente durísimo, y el futuro se mira con muy mala cara. O y yo, somos reflejo de todo eso. No hacemos más que trabajar, para vivir 'decentemente'.

A los hermanos en el mundo, desde este rincón del Caribe, les comparto al sabio jamaicano, Sir Bob Marley. Ayer su música me ayudó tanto.

También, les dejo mi frase favorita, que cae como anillo al dedo: "Nada está perdido si se tiene el valor de proclamar que todo está perdido y hay que empezar de nuevo". Julio Cortázar.

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sábado, 14 de mayo de 2011

Yo te quiero con alevosía

Hoy no salió el sol en San Juan. Fue uno de esos días donde solo se te muestra otra de las caras del Caribe. La peor. Lluvia violenta. Insaciable. Grosera.

Cuando a uno le entra el miedo y se pregunta si las ventanas del coche aguantaran la tormenta. Cuando uno se asombra de lo duro que llueve y entonces la lluvia aprieta aún mas. Es ahí cuando uno ve las grandes palmeras en plena guerra, casi recostadas, durante minutos larguísimos... casi vencidas por el viento.

Ahí uno se acojona en serio. El Caribe se comió hace poco mas de 1 año el primer coche que tuvimos O y yo. La mítica 'Clarabella'. Nadie se enteró. Nadie nos ayudó. El Municipio nos dió $90 dólares. La grúa me cobro $105 por llevarse la camioneta inundada.

Así voy manejando. Con una lluvia terrible. Evadiendo coches, tratando de mantener secos los frenos. No hay semáforos. Todo se inunda. No hay Internet y escribo en el celular. Uno recuerda entonces que vive en una islita diminuta. Que hay tormentas gigantescas allá afuera.

Voy concentrado. Cualquier error puede ser fatal. Pandora me puso a Luis Eduardo, mano a mano con Silvio. Así me transporté. Así me vino O, sequita, bella...

Como en las mañanas. Cuando son los días en que lo primero que veo es ella, sonriendo. Mirándome a mi. Esos son los días en que la vida te recuerda que eres un tipo afortunado.

Luego viene a mi el encargo que me hicieron en la Universidad. Escribir sobre la violencia en México, un análisis de las estrategias y decisiones tomadas por el Gobierno. Pienso en Nezahualcóyotl, el primer poeta de América, que también vivió tiempos violentos. En Javier Sicilia. Un hombre al que la violencia le arrebató la poesía. Un padre al que la violencia le arrebató a su hijo. Un ciudadano que, ante su desgracia, está tratándo de despertar a todo un país.

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Aquí Luis Eduardo Aute, uno de esos hombres que admiro. (El video es patético y pido disculpas. Pero la versión es la que más me gusta, la que yo escucho).


domingo, 8 de mayo de 2011

¿Quién me ha robado el mes de abril?


Mayo comenzó con un yo satisfecho, alegrísimo. Un escritor de best seller escribiría: realizado.

Me da miedo la responsabilidad de esa palabra. El peso. Será que solo un irresponsable es capaz de adjetivar a alguien así, y decir: 'era un hombre realizado'. Juego de dioses.

Lo que sí, es que me permití un respiro esta semana. Celebrábamos el 5 de mayo en un restaurante árabe, tomando whisky y comiendo botanas del Medio Oriente. Ahí, O le preguntó a A, si me podría conseguir una entrada VIP para asistir a un conversatorio donde compartirían sofá y micrófono Juan Cruz y Santiago Roncagliolo. Santiago me entusiasma (a veces) pero Juan... Juan realmente me mata. No importa si es una entrada en su Blog (Mira que te lo tengo dicho), una reseña de algún libro, una corresponsalía, alguna entrevista a algún titán de la literatura universal. Una corta poesía. Da igual, el periodista canario tiene el don de derretirte con un par de palabras.

Nada es imposible para A, ella tiene acceso a cualquier persona en esta Isla. Un mensajito y ya estuvo, iríamos al conversatorio.

Aquí, que apenas hace 2 años que existe un festival (totalmente corrupto) donde asisten escritores de 'renombre', cualquier evento literario es tan raro como la nieve. Yo me entusiasme mucho y les avisé a los chicos que llegaba al mediodía a la oficina, que me disculparan.

Es curioso. De por si a los escritores no les agradan los conversatorios, aún menos los improvisados. Además, cuando los escritores son forzados a ir a Universidades que no conocen, porque así lo estipulaba el contrato (del que no tienen copia), lucen más hartos y más perdidos.

Estoy seguro (es que me lo imagino) que cuando recibieron el email donde los invitaban al Festival de la Palabra, en San Juan, no lo dudaron... Caribe, salsa, sol, playa... y es que todos los escritores son tan blancos (nunca les da el sol) y a todos también les encanta la gorra y el cacheteo, por que sobreviviendo y comiendo de gratis fue que pudieron terminar las obras que les dieron fama. Al memos los escritores latinoamericanos en el exilio español.

Juan Cruz nunca llegó. Lo sustituyó una escritora uruguaya, muy amable. Los escritores parecían 2 pescados acostaditos en el aparador del mercado, sus sillones la cama blanca con escarcha de hielo. No entendían nada. Y sonreían nerviosos cuando el Rector de la Universidad los llamaba (a diestra y siniestra) 'amigos'. Según el Rector, él tenía una muy buena amistad con ambos. Los ojos de los escritores demostraban lo contrario.

La hora y media que duró el conversatorio me sirvió para reflexionar sobre las últimas semanas. Como se hablaba de todo, menos de literatura, yo me adentré en mi.

Recordé una tarde exhausto, asfixiado de estrés y de calor, yo en mi auto, manejando, enfundado en un traje gris... sin mucho dormir, con demasiadas presiones, y de repente apareció Sabina con su ¿Quién me ha robado el mes de abril?. Y cuando cantaba lo del hombre del traje gris y su calendario de bolsillo... se me salieron un par de lágrimas, no sé por qué.

Abril fue centelleante. Me dejó el mejor de mis cumpleaños, rodeado de personas extraordinarias, y unas enchiladas verdes exquisitas.

Aquí el maestro Sabina. ¿Quién me ha robado el mes de abril?