miércoles, 12 de junio de 2013

Eclipse

Eclipse de luna en el cielo
Ausencia de luz en el mar
Muy solo con mi desconsuelo
Mirando la noche me puse a llorar

Pensaba que ya no me amabas
Con honda desesperación
Y en algo que siempre eclipsaba
La luz de tu amor

Eclipse de luna en el cielo
Ausencia de luz en el mar
Muy solo con mi desconsuelo
Mirando la noche me puse a llorar

Eclipse de amor en tus labios
Que ya no me quieren besar
Quisiera olvidar sus agravios
Y luego soñar

Le escribo a Eduardo. El primero. El viejo que a esta hora debe estar sentado en su taburete, tocando y besando la mano de su esposa, que yace, enjaulada en un presente que no entiende del todo, pero que con su fuerza y luz, hace todo más fácil... para cualquier pesadilla, ella tiene una sonrisa, y verla seguir el ritmo de un chachachá con su mano -la única que mueve- es un milagro imperdible.

Pero es Eduardo, siempre Eduardo, quien me preocupa, quien me duele, quien me acongoja.

Escucho a João, ya con lo último de su voz, fina y elegante, canta con pulmones apurados, le falta el aire y no alcanza las notas. Pero toca la guitarra con dos cerebros, saca notas, acordes y compases imposibles...

Escucho a mi Eduardo, ensayando las canciones que le compuso a Lupita para que se casara con él.

Veo a Eduardo, después de 50 años de casado, que mira a su esposa y le brillan los ojos, y tras el último acorde, se levanta y le besa la mano.

Veo al Eduardo que nunca vi, Don Eduardo, que para que mi tío se comiera la sopa, le tocaba la guitarra para animarlo. Para que mi mamá se durmiera, la arrullaba con boleros. Que cuando piensa en mí -me gusta pensar- toca Estrellita, y desde su corazón, sale En mi Viejo San Juan.

Viejo, aguanta. Mira todo lo que hiciste... lo que construiste. Te lo he dicho muchas veces, pero creo que ya no te importa mucho, te veo sin ganas y eso es lo que me parte. Por que yo ya vi a otro viejo que hizo lo mismo, y se me fue rápido.

Y viene por ahí Madrid, otra vez... O, todavía no te vas y ya te extraño. Eclipse. Eclipse de amor en tus labios. Quisiera olvidar sus agravios y luego soñar...

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Pienso en João, como posible nombre para un hijo que todavía no tengo. ¿por qué? Por mi abuelo Juan, por mi padre Juan, por mi hermano Juan... y por João Gilberto, por supuesto. Aquí los dejo con una de las mejores interpretaciones que he visto, de esta melodía que me persigue y me perseguirá toda mi vida.