Yo se lo que haré con este poema. Lo que ya estoy haciendo.
¿Cuántas veces yo no sentí a Godzilla en mi ciudad, en mi cuarto, paseando por el barrio? Sentir esas pisadas, que eran pisadas y no truenos. Sentir su respiración, que no era niebla, no era tormenta. Quizás aveces un monumental resfriado.
Creo que el gigantesco lagartijo me ha seguido hasta la Isla...
(Gracias Avatar)
-Godzilla en México-
Por Roberto Bolaño
Atiende esto, hijo mío: las bombas caían
sobre la Ciudad de México
pero nadie se daba cuenta.
El aire llevó el veneno a través
de las calles y las ventanas abiertas.
Tú acababas de comer y veías en la tele
los dibujos animados.
Yo leía en la habitación de al lado
cuando supe que íbamos a morir.
Pese al mareo y las náuseas me arrastré
hasta el comedor y te encontré en el suelo.
Nos abrazamos. Me preguntaste qué pasaba
y yo no dije que estábamos en el programa de la muerte
sino que íbamos a iniciar un viaje,
uno más, juntos, y que no tuvieras miedo.
Al marcharse, la muerte ni siquiera
nos cerró los ojos.
¿Qué somos?, me preguntaste una semana o un año después,
¿hormigas, abejas, cifras equivocadas
en la gran sopa podrida del azar?
Somos seres humanos, hijo mío, casi pájaros,
héroes públicos y secretos.
Vientos!
ResponderEliminarGracias Indra.
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