Le pregunto a mi papá si está contento por la boda de mi hermano. Me contesta diciéndome que mi hermano había tomado una decisión, que había momentos en la vida en que un hombre debe tomar ese tipo de decisiones. Que él apoya la decisión. Que Ana es una chica muy buena.
Cuando mi papá habla de cosas íntimas con la misma parsimonia de un Jefe de Estado ante los micrófonos nacionales, pienso en cuando mi mamá y él eran jovencísimos y se paseaban por la Roma y Coyoacán, después de ir por las mañanas al CCH Sur. O en las miles de miradas entre ellos, miradas de enamorados de las que fui testigo.
Casi nadie lo sabe, pero yo le dije a papá que me casaba y que me iba de México en un hotel bellísimo en La Habana. Sentados en el bar del hotel, saboreábamos el mejor mojito del mundo. Me miró rápido, como sin querer, y me dijo que me apoyaba, que no iba a ser fácil pero que si ya estaba decidido que no dudara, que luchara por mi decisión. Que O era una chica buena.
Estas últimas semanas no he dejado de pensar en A & J, en su día, en el día tan especial para mi familia, toda reunida, todos juntos. Amo a mi hermano, y amo a Ana. Imagino el futuro, 20 años adelante, y bien puedo vernos a O y a mi, visitando la linda casa de A & J, con niños preciosos corriendo por todos lados.
La boda de mi hermano, los posibles bisnietos, son razones fundamentales para mis abuelos, para lidiar con su idea de futuro. Mi mamá y Dan no hablan de otra cosa.
Será un viaje exprés, pero qué viaje, qué horas tan valiosas.
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Hoy, tal como ocurrió la semana pasada, había un arcoíris encima de la cárcel que tengo que cruzar de camino al trabajo. Hoy, al igual que ese día, me pregunté si los reos podrían ver el arcoíris. Los imaginé, pensando que era un día más en su espantosa rutina, en su celda gris. Sin saber que encima de ellos ocurría un milagro. Sin saber que todos los que cruzábamos a esa hora veíamos la cárcel con asombro, de alegría.
De pronto mi playlist me sorprende y pone a Sabina, y yo me sentía Como un Explorador...
lunes, 27 de febrero de 2012
domingo, 5 de febrero de 2012
Una semana bien puede ser un sueño
La vida me regaló otra bendición más: un nuevo trabajo. Mi rutina cambió radicalmente de una semana a otra. Aunque hubo una previa, pero esa fue de deslinde y de RH, y de estar con O en una de esas horas oscuras que también nos regala la vida.
Dios, la vida, el Universo; sean cosas 'buenas' o 'malas' -en nuestro pobre entendimiento- nunca dejan de darnos, siempre nos presentan cosas nuevas. Entenderlas, aceptarlas; eso está en nosotros y en las acciones y decisiones que tomemos a raíz de esos eventos.
En el caso de O es fácil para mi escribir todo esto, pero cuando tienes un hueco en el corazón sencillamente no piensas.
Ayer me costó bajar las revoluciones de una semana que fue un parpadeo nada más. Fue rapidísima, exitante, exigente, violenta, nueva, estresante, fascinante, enferma (me enfermé de la garganta).
Ayer me preguntaba ahora que conseguí un nuevo logro profesional, y si bien lo difícil viene ahora: crecerlo, desarrollarlo, mantenerlo. Me preguntaba acerca de mi vida, de nuestra vida (junto a O) y me preguntaba mientras caminaba sin rumbo en un centro comercial ¿Cuál es el próximo paso? ¿Qué me depara ahora la vida? ¿Qué tengo que hacer ahora en mi vida personal?
Llamé a mi madre, y tan solo con escucharla me tranquilicé. Luego vi a O que me buscaba entre la gente, y mi corazón encontró a su par, y caminé rápido hacia ella y la abracé con fuerza.
'Un trabajo es sólo un trabajo', me dijo mi hermano. 'No importa qué tan bueno, qué tan alto sea', remató. Y lleva razón, lo importante, lo crucial siempre será la familia, O, y seguir escuchando esas voces que hay en mí, y pensar, y aprender. Ser yo.
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Como se imaginarán, esta semana no ha sido muy musical. Lo mejor que escuché en estos días fueron las danzas húngaras de Brahms. Justo, si bien recuerdo, fue la primera música que subí en este blog. Aquí de nuevo, mi danza favorita: la 5ta de Johannes.
Dios, la vida, el Universo; sean cosas 'buenas' o 'malas' -en nuestro pobre entendimiento- nunca dejan de darnos, siempre nos presentan cosas nuevas. Entenderlas, aceptarlas; eso está en nosotros y en las acciones y decisiones que tomemos a raíz de esos eventos.
En el caso de O es fácil para mi escribir todo esto, pero cuando tienes un hueco en el corazón sencillamente no piensas.
Ayer me costó bajar las revoluciones de una semana que fue un parpadeo nada más. Fue rapidísima, exitante, exigente, violenta, nueva, estresante, fascinante, enferma (me enfermé de la garganta).
Ayer me preguntaba ahora que conseguí un nuevo logro profesional, y si bien lo difícil viene ahora: crecerlo, desarrollarlo, mantenerlo. Me preguntaba acerca de mi vida, de nuestra vida (junto a O) y me preguntaba mientras caminaba sin rumbo en un centro comercial ¿Cuál es el próximo paso? ¿Qué me depara ahora la vida? ¿Qué tengo que hacer ahora en mi vida personal?
Llamé a mi madre, y tan solo con escucharla me tranquilicé. Luego vi a O que me buscaba entre la gente, y mi corazón encontró a su par, y caminé rápido hacia ella y la abracé con fuerza.
'Un trabajo es sólo un trabajo', me dijo mi hermano. 'No importa qué tan bueno, qué tan alto sea', remató. Y lleva razón, lo importante, lo crucial siempre será la familia, O, y seguir escuchando esas voces que hay en mí, y pensar, y aprender. Ser yo.
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Como se imaginarán, esta semana no ha sido muy musical. Lo mejor que escuché en estos días fueron las danzas húngaras de Brahms. Justo, si bien recuerdo, fue la primera música que subí en este blog. Aquí de nuevo, mi danza favorita: la 5ta de Johannes.
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