La vida me regaló otra bendición más: un nuevo trabajo. Mi rutina cambió radicalmente de una semana a otra. Aunque hubo una previa, pero esa fue de deslinde y de RH, y de estar con O en una de esas horas oscuras que también nos regala la vida.
Dios, la vida, el Universo; sean cosas 'buenas' o 'malas' -en nuestro pobre entendimiento- nunca dejan de darnos, siempre nos presentan cosas nuevas. Entenderlas, aceptarlas; eso está en nosotros y en las acciones y decisiones que tomemos a raíz de esos eventos.
En el caso de O es fácil para mi escribir todo esto, pero cuando tienes un hueco en el corazón sencillamente no piensas.
Ayer me costó bajar las revoluciones de una semana que fue un parpadeo nada más. Fue rapidísima, exitante, exigente, violenta, nueva, estresante, fascinante, enferma (me enfermé de la garganta).
Ayer me preguntaba ahora que conseguí un nuevo logro profesional, y si bien lo difícil viene ahora: crecerlo, desarrollarlo, mantenerlo. Me preguntaba acerca de mi vida, de nuestra vida (junto a O) y me preguntaba mientras caminaba sin rumbo en un centro comercial ¿Cuál es el próximo paso? ¿Qué me depara ahora la vida? ¿Qué tengo que hacer ahora en mi vida personal?
Llamé a mi madre, y tan solo con escucharla me tranquilicé. Luego vi a O que me buscaba entre la gente, y mi corazón encontró a su par, y caminé rápido hacia ella y la abracé con fuerza.
'Un trabajo es sólo un trabajo', me dijo mi hermano. 'No importa qué tan bueno, qué tan alto sea', remató. Y lleva razón, lo importante, lo crucial siempre será la familia, O, y seguir escuchando esas voces que hay en mí, y pensar, y aprender. Ser yo.
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Como se imaginarán, esta semana no ha sido muy musical. Lo mejor que escuché en estos días fueron las danzas húngaras de Brahms. Justo, si bien recuerdo, fue la primera música que subí en este blog. Aquí de nuevo, mi danza favorita: la 5ta de Johannes.
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