Mintiendo, mintiendo... mintiendo he llegado a la verdad. Cantó esa negra loca, y yo ya me sentía como en casa.
Le susurré a Diana que Buika y yo podríamos ser grandes amigos.
La tarde había sido un espacio perfecto de decisiones atinadas: fútbol, cerveza, comida árabe, caminar de la mano con ella por los jardines y pasillos de la UPR hasta llegar al Teatro.
Un albariño frío, saludar un par de conocidos y sentirme dichoso -y agradecido con Diani por estar ahí y por no permitirme ir en t-shirt marinera y boina verde-
Una rumbita flamenca y reconocer la calidad de los 3 músicos fue la señal que faltaba, la tarde era estupenda. De pronto, salió la negra hermosa con su risa colosal. Y la tarde era una fiesta.
Buika bautizó el escenario con whisky o ron, a lo Santero. Durante todo el concierto imaginé estar bebiendo con ella.
A la cuarta canción ella fue un instrumento mágico que jazzeaba. Fue bajo, fue trompeta, fue piano... y Diani la miraba como se mira la locura.
Hubo algo de Chavela, como siempre. Algo de Jose Alfredo también.
Y cerró con La nave del olvido. Flamenquito rico y jazzeado.
Mira
mama
yo tengo guardado un sueño de amor
pa ti
pa mi
pa ti
Espera un poco, un poquito más... para llevarte mi felicidad.
Como dijo Buika ayer: A partir de ahora, las penas se bailan.
Nos fuimos a Casa, y la negra se fue a Culebra a nadar desnuda en el mar.
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