sábado, 12 de marzo de 2011

La ropa sucia no se lava en casa

Cortázar habla de un caballo blanco que trata furiosamente de entrar en la casa de Zulma y Mariano. La violencia, la determinación del caballo de violar el resguardo que representa una casa: un espacio lleno de pequeñas reglas, manías personales, trincheras mentales...

"Pero no eran manías, pensó Mariano, más bien una respuesta a la muerte y a la nada, fijar las cosas y los tiempos, establecer ritos y pasajes contra el desorden lleno de agujeros y de manchas. Solamente que ya no lo decía en voz alta, cada vez parecía haber menos necesidad de hablar con Zulma".

En mi casa de Miramar no hay ningún caballo blanco que perturbe y violente todo. En mi casa lo que hace falta es leche, lavadora y secadora.

La semana fue larga, el trabajo requirió cada segundo de esfuerzo y dedicación. O es una profesional envidiable, excelente, trabajadora como nadie, comprometida como pocos.

Eran la 1:30 de la madrugada y regresábamos de lavar la ropa, en casa de mis suegros (benditos entre los benditos y santos entre los santos). Por lo general (cuando no hay que esperar a que traigan e instalen lavadora y secadora) O y yo vamos al cine y a cenar, o rentamos una buena peli alemana o sueca. Pero el viernes después del trabajo había que lavar la ropa de la semana, el bote no daba más y había que hacer algo.

La interminable espera que puede llegar a ser que acaben por fin de lavarse y secarse las ropas, me trajo recuerdos... muchos recuerdos, de mi primer año fuera de casa, cuando tampoco tenía donde lavar la ropa (de hecho, no tenía idea de cómo lavarla) y O y yo teníamos que dedicar un día del fin de semana a lavar toda la ropa, acortando el fin de semana a solo un día (qué pasada, qué mala leche puede ser la ropa...).

Hoy fue que la leche no daba para dos cafés. Yo no iba a tranzar después de que no pude poner el 'stereo' donde yo lo quería. Ella es emperadora de mi hogar y su delgada línea era su preocupación de dónde yo iba a poner mi portafolio de la laptop y mis cosas (siempre dejo todo tirado, y mi espacio para el 'stereo' es el más apropiado para mis cosas).

La ropa sucia no se lava en casa... y cómo es que ya nadie te puede traer leche a la puerta de la casa.

Habrá lavadora y secadora. Habrá leche. Vendrán tiempos mejores.
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Hoy los dejo con el Liebestod, de Tristan und Isolde... obra compartida, obra de dos genios Wagner-Liszt. Otra vez, interpreta Horowitz.

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