jueves, 3 de noviembre de 2011

Evit@

Evito. Evita. Evito Evita.

Me perdí Evita para quedarme en casa y poner algo de música y hacer como que escribo la gran obra.

No soporto los musicales. Creo que no hay algo en todo el mundo que me ponga de tan mal humor como un musical, me provocan una náusea que no conoce remedio. Nunca he entendido realmente... ¿por qué si existe la ópera, alguien prefiere ir a un musical?.

Evité Evita y me quedé mirando el editor de texto. Otra razón de mi esquiva estrategia fue acusar la aparición de un Ché Guevara en plena obra de Evita (¿Qué carajo tiene que ver el Ché ahí?) y me indigné y le dije a O que no había caso. No voy y punto. Además, había salido muy tarde del trabajo... y es jueves, y los Griegos traen locos al mundo (que bien me cae el Yorgos Papandreu, con su cara de yo no fui, con su voz de susurro dejó helados a todos).

Tenía ganas de escribir cosas que no le hicieran daño a nadie. Comenzé escuchando a Aute y a Fernando Delgadillo para que me saliera algo bonito, algo suave y bohémio.

Acabé en Phoenix y en Fito Páez, y repasando una carta de Rimbaud (“je est un autre” )... deseando haber ido con O y quedarme quieto y tomar su mano y aplaudirle al Ché e ir a cenar con los suegros... y después de mirar durante 5 minutos la pantalla blanca decidí llenarla y aquí está.

Chau.


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Los dejó con Fito y su 'Polaroid de locura ordinaria'.

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