Cómo llegué a Piazzolla, no lo sé. Recuerdo discusiones tempranas con I sobre Adiós Nonino, en la Hemeroteca. También, una visita a una casa en Polanco, donde aprendí muchísimo y vi originales de Astor en vinilo.
Con motivo de las celebraciones del natalicio de O, compré boletos para el Festival Interamericano, en específico, para escuchar 3 piezas de Silvestre Revueltas (tenía ganas de Janitzio) y el Concierto para bandoneón (Aconcagua, 1979) de Piazzolla.
La cosa empezó mal cuando el público confundió al Director con un técnico que iba a acomodar unas sillas y lo aplaudió acaloradamente.
Luego, de Revueltas no hubo nada, en lugar del mexicano -y tras una larga explicación del Director, que a mi entender trataba de dejarle en claro al púlico su nivel de erudito- interpretaron un concierto de un compositor australiano.
El australiano estaba presente, y el Director contó la anécdota de cómo hace 2 semanas se tuvo que cancelar el concierto donde se suponía tocarían el concierto, por el paso de un huracán, y que el pobre australiano estuvo 3 días encerrado en un hotel, sin luz ni agua.
El público se rindió al australiano. El australiano se rindió ante la buena interpretación, y después de los aplausos, a él se le veía cara de morirse por tomarse una cerveza bien fría. Yo me vi acompañándolo.
Luego vino Daniel Binelli, bandoneonista, compositor, director, y fundador de la Compañía Tango Metrópolis. Habló de su vínculo con Piazzolla, y le dio contexto al concierto para bandoneón.
El concierto estuvo espectacular. El bandoneón de Binelli es como el de Astor, pequeño, corto, y lo toca a lo porteño, de pie, recargando la rodilla en un cajón negro. Para el segundo movimiento (moderato) yo tenía el puño de O hecho un pañuelo. Binelli me puso al límite, y yo pensaba en cómo él miraba el bandoneón, aveces como a un demonio con alas, que se escapa y no se escapa… otras como un tierno bebé, que cuida y mesen sus manos… aveces la caja levita, aveces la caja pesa demasiado y la rodilla levantada parece mediar el tiempo.
El Bis de Adiós Nonino, no estuvo mal, pero creo que es una pieza muy personal y que solo tiene sentido con Astor (la dedicó a su padre fallecido).
O y yo nos fuimos a cenar una tapas catalanas y nos tomamos un tempranillo. Ya O tenía un año más cuando, antes de dormir, le cantaba las mañanitas.
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Los dejo con el primer movimiento, del Concierto para Bandoneón, Astor plays Astor.
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