Natalie Portman, Tchaikovsky, el Lago de los Cisnes… nada podía salir mal. Y no salió. Además tenía el muslo de ‘O’, panacea universal contra el buen y mal cine.
Una película tremenda, dedicada al arte, al arte de verdad, ese que destruye mientras crea, ese que alimenta mientras desconcierta. La decadencia y el surgimiento de un artista, de una figura que es arte y genera arte.
En el vértigo de la película no podía de pensar y decir: ¡carajo, esto es arte!, ¡esto es cine!… y luego me vinieron palabras lacónicas, palabras de un maestro como Mailer: ‘escribir consume, escribir bien mata’. Al parecer también el ballet.
La transfiguración del cisne blanco a cisne negro, la presión del éxito, los ‘gajes’ del oficio… la crudeza postmoderna que conlleva el proceso de crear. Eso es Black Swan.
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