No fue que estuve despierto desde temprano. Tampoco el trabajo, ni el ejercicio. Las personas eran interesantes, muy agradables. La conversación amena, la cena excelente (Risotto and Filet Mignon), el postre bueno, el vino sorprendente.
No fue la brisa caribeña de diciembre. Ni el hecho de tener una hamaca gigantesca justo a mi derecha.
Si bostecé, si hice caras y muecas, si a las 11:45 interrumpí y dije: 'nos vamos', fue por tus piernas.
Las venía mirando desde que bajaron la escalera, en casa; pero cuando comía el flan de queso y me quedaron francas, supe que el postre que quería no lo podía comer en ese momento.
Jugué un poco con el celular, quité el volumen y tomé algunas fotos.
Aquí está ‘killer legs’, patrimonio de la Humanidad y del pueblo de Puerto Rico. Lo que pasó después, no se puede contar, pero si puedo decir que mi boca tuvo el dulce que buscaba.
Magnífico.
ResponderEliminarGracias Sam.
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