viernes, 31 de diciembre de 2010

Rumbo a un 2011

Mi abuela paterna dice: "el hombre se acostumbra a todo, menos a no comer".

Ayer reflexionaba junto a O y una amiga, acerca de mi 'proceso de adaptación' a esta bendita Isla.

Caí en cuenta por fin que he hecho las paces y que ahora no entendería otro 'hogar', otra realidad. Dijera Cortázar, otra 'tela donde somos arañas y moscas al mismo tiempo'.

No conozco palabras (o ninguna otra forma de lenguaje) para comunicar que un hombre puede llevar dos tierras en su corazón. Que un hombre puede hacer más grande su concepto de familia, sin desterrar, sin olvidar.

Uno (y mucha gente alrededor) pensó alguna vez que 'lo había dejado todo' por una mujer. Y puede ser, pero es injusta esa sentencia, porque deja a un lado las ganancias, las experiencias. Ahora veo lo que dejé con otros ojos y con el mismo amor que antes. Pero veo el recorrido lleno de bondades, que alguna vez fueron escollos, y lo desconocido como un íntimo amigo.

Hoy voy a brindar con mi familia extendida, con los amigos nuevos.

Cuando levante la copa, antes de tomar el sorbo, recordaré todos los rostros, las risas, las palabras, de la gente que nunca ha dejado de estar conmigo: la familia de siempre, los amigos de siempre.

A veces cuando uno escoge alejarse, lo único que hace es acercarse más. El 2011 será un gran año, en el que entre tanta ganancia y abundancia, podré abrazar –de nueva cuenta- todo lo nuevo y lo de siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario