lunes, 4 de abril de 2011

Eu Sei Que Vou Te Amar

Era el viernes y terminaba una reunión con unos clientes, dos argentinos buenas gentes. A eso de las 8 de la noche, cruzamos juntos a una pizzería. Ellos comerían algo y seguirían la noche. Yo también comería algo, porque había quedado con los chicos en ir a La Plazita.

Era la tercera reunión, el proyecto ya casi estaba amarrado y había confianza. Además, habíamos pedido cervezas y eso ayudó mucho a aflojar la lengua.

Me preguntaron que haría después. Por lo general hablo de más, y no tuve ningún empeño en decirles que ibamos a explorar un Strip Club, que un gran amigo se casaba pronto, y que teníamos que hacerle una despedida, y que ninguno de nosotros había ido nunca a un sitio así en la Isla.

Emocionados por mi franqueza, o quizás con el afán de grandes conquistadores, grandes jangueadores, se enfrascaron en un griterío y empezaron a recomendarme sitios, me hablaron de precios, de calidad, de direcciones y de cómo llegar.

Yo les agradecí. Los chicos pasaron por mí y fuimos a La Plazita. Era la mejor hora, y el bar El Sabroso estaba a tope. Aún así nos acomodamos en una esquina y comenzamos a pedir cervezas (de las baratas, el presupuesto era limitado). Mi amigo catalán estaba encantado. En sus pocas semanas en la Isla nunca había visto a tanta gente junta, y bebiendo tranquilamente en la calle. Se le parecía mucho a Sevilla, decía. Él, como yo, había llegado a la Isla persiguiendo a una bella boricua.

Los argentinos habían dicho que podíamos llegar caminando, y como ya eran las 11 y no sabíamos horarios (único detalle que se les escapó a los argentinos) decidimos ir andando a dar un vistazo.

Llegamos sin problemas, pero el portero nos dijo que todavía no abrían, que regresáramos en una hora.

Volvimos a El Sabroso, pedimos otra ronda de cervezas. A la hora, salimos de nuevo hacia el sitio.

El portero riéndose, amablemente, nos dijo que faltaba media hora para abrir, que habían tenido problemas de 'logística' y no sé que cuentos con el bartender.

Ya un poco encabronados, y abochornados realmente (vaya tipos de mundo), decidimos regresar a El Sabroso, donde ya por ese ir y venir los parroquianos nos miraban raro.

Ya eran más de las 2 de la madrugada, y llegamos de nuevo al sitio, haciendo bromas si iba o no iba a estar abierto, y que más les valía que el show estuviera bueno.

El portero muy atento, nos reconoció, nos dio un ticket de una cerveza gratis, y nos invitó a pasar.

Hacía mucho tiempo que no iba a un lugar de esos. Las dinámicas son iguales, son como espacios universales donde todo se maneja por una sola regla: el dinero.

Yo no llevaba mucho, y el catalán tampoco. Mentiría si dijese que estaba aburrido, pero la idea de salir al estacionamiento y fumar un cigarrillo me pareció buena (tampoco fumo mucho).

En el estacionamiento, el catalán y yo nos quedamos como 40 minutos hablando de lo mucho que queríamos a nuestras esposas, le dije que extrañaba horrores a O, que la echaba mucho de menos. Parecía una plática típica de borrachos, pero el caso es que no lo estábamos tanto.

Era más la madrugada, el encuentro de dos tipos en un mismo sitio, con pasado y circunstancias parecidas.

Mi amigo catalán terminó la discusión preguntando: ¿sabes cuál es nuestro problema?

Por mi cabeza pasaron mil respuestas, respuestas y cuestiones que el catalán todavía no conoce porque recién llega a la Isla...

Sonriéndo le dije que no. El me contestó: que somos un par de románticos... !somos unos románticos!, me dijo.

Cuando nos reíamos pensé que nadie me creería si le contaba esto.

Llegue a mi casa, y solo las voces de Caetano y Maria Bethania, alejaba la tormenta de mi cabeza.

Mi corazón está en su sitio, o donde quiera que O vaya... mi cabeza está un poco confundida. La confusión se diluye con Caetano, y con la inmimente vuelta de O.

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Yo cantaba este poema de Viníncius de Moraes, cuando conocí a O en un vagón del Metro, en D.C.

Para ella, siempre. Eu Sei Que Vou Te Amar...

1 comentario:

  1. Te adoro hijo, debe ser muy hermoso que un hombre la quiera a uno así...
    Y estoy de acuerdo: eres un romántico!

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