sábado, 11 de junio de 2011

Fantasmas de pies pequeños

Hubo una época en que no existió O. Eran los días en que yo soñaba que me enamoraba de una chica llamada 'María', a la que yo le dedicaba todos mis poemas. Eran los días en que yo me veía viviendo en una isla, una isla multiforme, mutante a cada día… aveces esa isla era una especie de Cuba, ora Córcega, o las islas británicas… incluso a veces Australia.

Eran los días, según rememoran Iván y Edgar, en que yo usaba mis chamarras estilo 'Monsiváis', tomábamos y comíamos cafés y panecillos comunales, y dábamos largos paseos por las calles de Coyoacán, San Ángel, Chimalistac comiendo tortas de queso, hablando de Jean Val Jean, de Astor Piazolla, de Glenn Gould y si sobraba algo, tiempo ó dinero, nos íbamos al cine a ver una peli extranjera.

Fue el tiempo de lindos fantasmas de pies pequeños. Aveces tiernos, aveces demoniacos. Fue a esos lindos fantasmas a los que les escribí muchos poemas, cuentos, reflexiones. Cosa que siempre me reprocho, por que recuerdo que eran escritos interesantes.

Revisaba ya antes de dormir, con el afán de cumplir con mi palabra de transcribir poesías mías en este espacio, mis pequeñas libretas. Y de pronto escuché la voz y la guitarra de Silvio, interpretaba Casiopea, una melodía que me trajo uno de los recuerdos más lindos que me dejó uno de aquellos fantasmas de pies pequeños…

Ella se paró encima de mis pies, y me besó… durante el largo beso se agarró fuerte de mi cuello, cuando existió una pausa y sus labios liberaron los míos por un microsegundo yo le dije que se agarrara fuerte y me puse a caminar por esa calle que amo, con el pequeño fantasma de pies pequeños encima de mis pies... besándome. Así recorrimos toda la calle… los coches se paraban, la gente nos miraba… cuánta envidia puede causar los amores de juventud.

Ya no creo que pase, pero en mi primera juventud todavía los señores, las ancianas reprochaban en público los besos adolescentes.

Cuando abrí lo ojos ya Silvio terminaba de tocar y de cantar. Y yo encontré en mi libreta un poema del gran Mario Benedetti, que me encanta y que dice tantas y tantas cosas:

Estados de ánimo


Unas veces me siento
como pobre colina
y otras como montaña
de cumbres repetidas.

Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo
azul pero lejano.

A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.

Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde
inmóvil y paciente
conforme con sus algas
sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.

Los dejo ahora con Casiopea, de Silvio, una de mis canciones de cuando soñaba y caminaba con fantasmas. Ahora vivo en una Isla que es ninguna y es todas las demás islas, y O no es 'María', es mejor...

3 comentarios:

  1. Lalo, recuerdo muy bien esa etapa, con tus chamarras que hoy sé que eran estilo Monsiváis...
    Bueno, ahora ya no tienes que imaginarte una Isla, ya vives en una y con Odettita, tu María...
    Eres un gran escritor y te agradezco cada vez que escribes porque me llenas el alma.

    ResponderEliminar
  2. sí, cabrón. yo tmbn espero estas entradas con cierta esperanza. de chico en mi escuela vendían una bolsitas amarillas como a quince centavos, una idiotez. pero adentro traían una sopresa, un chicle, con alguna otra cosa que nunca se sabía qué podría ser. bueno, pues así es morelliana

    ResponderEliminar