martes, 14 de junio de 2011

Viviré con su nombre, morirá con el mío

Era la hora sagrada de la lectura. Yo estaba muy entretenido con Turgenev (cómo no estarlo). O leía solemnemente The Economist.

De pronto O chilló molesta. Me dijo que le había clavado las uñas. Yo tengo esa manía (entre muchas otras), y sin darme cuenta clavo mis uñas en cualquier piel, como gato. Me preguntó con ojos de franqueza que por qué me gustaba hacerle daño. Que ma había pedido mil veces que no la pellizque.

La primera pregunta me trastocó. No puedo jugar al inocente, muchas veces me doy cuenta que le estoy encajando las uñas.

¿Por qué me gusta hacerle daño? Pensé en los niños que esperan a que los padres se den vuelta para picarle los ojos a los indefensos cachorritos, halarle las orejas al pobre conejo blanco.

Pensé en Semprún. El mundo perdió recién en estos días al gran escritor español, ensayista... hombre de Estado, sobreviviente de Buchenwald, uno de los campos de concentración más perversos de la Segunda Guerra Mundial.

El primer libro que leí de Semprún, fue regalo del Chapul en mi Luna de Miel, y fue mi lectura en esas semanas.

Semprún narra en 'Viviré con su nombre, morirá con el mío' cómo un sargento de la SS lo mira con "La inimitable sonrisa de la humana alegría de hacer el mal".

Es un libro fantástico, desgarrador. Semprún vuelve a los días en que estuvo conviviendo con un joven moribundo, del cuál él iba a tomar su nombre y su identidad para sobrevivir a Buchenwald.

Ofreciéndole sucio tabaco ruso, y recitando a Rimbaud, Semprún entretiene a 'su' moribundo y lo acompaña hasta el día en que muere y él toma su nombre.

¿Por qué yo aveces hago daño? No lo sé, supongo que porque al igual que los niños, al igual que Semprún, se debe a la humana alegría de hacer el mal...

Qué bueno que solo pellizco. Qué bueno que todavía no engaño, que el daño aún no es permanente... ese daño irreversible es el que no se perdona, el que deja huella de verdad.

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Los dejo con el maestro Sabina, con Y Sin Embargo, una canción y una interpretación que me hace reflexionar sobre eso de hacer daño. Que las campanas me doblen, si te falto alguna vez...

1 comentario:

  1. Ojalá puedas cambiar los pellizcos por besos, esos si que dejan huella permanente....pero de Amor...

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