martes, 28 de junio de 2011

Lo que el viento nunca se llevó...

Arriba todos
es un día de sol...

Siento como si despertase de un largo sueño. Creo que viví los últimos días como en standby, como en automático... no era yo, no era nada. Mis ojos veían, mis pulmones se llenaban de aire.

la sensación de estar colgado de un avión
que está a un segundo de arribar
que está a un segundo de estrellar
que es un milagro despertar
saber que nada es para siempre y hoy...
desafiar a las leyes de la gravedad

Dormí en mi cama. Conduje mi coche. No falté (ni llegué tarde) al trabajo.

cuando el mundo se pone oscuro
se pone lento, todo mal
por el mundo, yo no me dejo desanimar
preferiría amarte y no pensar
siempre entre tus piernas quiero más
amar, amar, amar, amar

Shostakovich fue quien me despertó, y eso es rarísimo... por lo general el viejo Dmitri me hace entrar en trances (¿no les ocurre?). Me adentré en su música, camino al trabajo, la radio tocó su 'Sinfonía No. 5', el primer y el segundo movimiento. Y de la nada comenenzé a pensar que algunos detalles, algunos movimientos melódicos se me parecían a la 'Novena de Mahler'.

Me gustó, me sentí contento. Aplaudí en el volante. Y me supe felíz, recordé a O hablando ayer con una amiga suya por teléfono, acostada en la cama, le confesaba que me respataba y se sentía orgullosa del buen profesional que yo era, de 'mi capacidad de análisis', etc...

No alcanzarán las palabras del mundo para agradecer a O todo lo que me da, todos los días, todos los minutos... es tanto, tanto.

El domingo fuimos a la Iglesia. Tomados de la mano entramos al templo y nos sentamos juntos, abrazados. Hacía mucho que no iba (Yo tengo mis métodos, rezo mucho, a mi modo) y si he de confesar, me costó enfocarme, me costó estar en paz... lo único que me venía a la cabeza al comienzo de la misa, era el descenso de River Plate, y el capítulo de histeria colectiva que acababa de ver en la televisión. No soy de River, pero ver a algo tan grande caer, es algo inaudito.

Disfruté la misa... en verdad que si. Respiré hondo, hondo, hondo. No presté atención a muchos detalles que siempre me molestan de las misas. Me dediqué a escuchar, a respirar.

Y así fui feliz, y sigo estándolo. No dejo de cantar a Fito, porque lo que el viento nunca se llevó... fue el amor.


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Lo que el viento nunca se llevó... del maestro Fito Páez.

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