miércoles, 12 de enero de 2011

Si quieres...

'O' me hablaba del 'apego', tumbados en la cama. Ella me dice que uno debe de estar en paz, que uno debe alejarse de los estándares sociales. Yo la escucho, pero a la vez recuerdo una conversación con mi mamá, ya cuando el enorme dado del destino había sido jugado, y yo ya tenía mi boleto de avión (de ida, sin regreso) rumbo a San Juan.

El apego me llevó (vaya usted a saber cómo) a Juan Gabriel. A ese trayecto junto a mi madre, rumbo al aeropuerto, una mañana de un 9 de agosto. ¿Qué le dice una madre a un hijo cuando lo está llevando al lugar de embarque rumbo a un sueño que no conoce? Lugar del que regresará ella, a la vida de siempre pero con un hijo lejos.  ¿Qué le dice ese hijo, a esa madre? Cuando la única certeza que él tiene, es que debe abordar ese avión. Cuando lo único que lleva, son dos maletas, llenas de fotos, libros y un par de mudas de ropa.


Cuando mi madre me llevaba al aeropuerto escuchamos, una y otra vez, "Si Quieres", de Juan Gabriel. La música es un instrumento de comunicación demasiado poderoso. Durante todo el camino no le solté la mano a mi mamá. Yo estaba tranquilo, ya la saudade me trepaba por los codos, pero sonreía. Ella cantaba, y sonreía, y hacía esfuerzos enormes para no llorar. Yo la miraba, y podía imaginarme perfectamente su viaje de regreso: llanto a lo mexicano, escuchando a Juan Gabriel. (Televisa, que errada que estás).


'O' me esperaba esa noche en San Juan. Cuando la vi, en ese vestido negro, supe que estaba en casa. Cuando desempaqué mis maletas y organizaba mis libros, vi a mi madre, sonriendo. Yo le sonreí también. Eso es apego, del bueno.


A mi madre, 'Si Quieres'

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